Los quistes, son sacos generalmente llenos de líquido o una sustancia semisólida, que a veces causa dolor. Existen varios tipos, entre ellos los que se denominan quistes hepáticos, que se ubican en el hígado y no suelen producir síntomas ni requerir tratamiento.
Cuando hay múltiples quistes hepáticos eso se traduce en la enfermedad poliquística del hígado, la cual se caracteriza por el descubrimiento de más de cuatro quistes en el órgano mencionado. No obstante, esta es una condición hereditaria e infrecuente.
Los quistes hepáticos pueden clasificarse en congénitos, traumáticos, parasitarios o neoplásicos y se detectan con mayor frecuencia en forma incidental en la ecografía. Comúnmente se encuentran gracias a una ecografía o un TAC, es allí donde se procede a establecer qué tipo de quiste es. En primer lugar se encuentran los quistes simples.
En ocasiones pueden darse formaciones similares a las quísticas, y en esos casos es probable que al paciente se le soliciten distintos estudios para descartar y garantizar el diagnóstico. Algunas de las posibilidades que se pueden dar son: abscesos, neoplasias, cistoadenomas, etc.
Tratamiento para quistes hepáticos
No todos los casos lo requieren, pero en algunos, debe seguirse un tratamiento y el especialista solicitará exámenes de seguimiento para verificar que los quistes sigan en el mismo estado.
Los cistoadenomas son tumores quísticos benignos del hígado, pero existe la posibilidad de que estos se conviertan en malignos, por lo que este es otro caso en el que se suele indicar tratamiento quirúrgico.
No es común que se ameriten cirugías, pero es algo que puede suceder, sobre todo si se trata de quistes de mayor diámetro que superan los 5 cm, y que puedan generar alguna complicación o molestias abdominales y sensación de saciedad.