El hígado es un órgano vital que debemos cuidar para tener una vida saludable. Muchas personas presentan estilos de vida poco adecuados y desconocen los efectos que esto trae para la salud, como las consecuencias de las enfermedades hepáticas.
Los expertos de la salud recomiendan evitar el consumo de tabaco y alcohol, así como alimentos altos en grasas y azúcar, con mayor énfasis si se trata de individuos con otros factores de riesgo, como personas de la tercera edad, diabéticas, obesas e hipertensas.
Una alimentación balanceada implica que también podemos comer productos alimenticios pocos saludables ocasionalmente, es decir, de forma moderada, ya que existen ciertas comidas cuyo consumo frecuente incide directamente en el hígado. Algunos de estos alimentos son:
Azúcar refinada
Al pensar en azúcar refinada, lo primero que se nos viene a la mente son postres comunes y accesibles, como galletas, helados y pasteles. También hay productos procesados que reciben altos niveles de azúcar agregado durante su producción, como métodos de saborización y conservación.
El consumo excesivo de estas comidas aumenta el nivel de azúcar en la sangre, acumulando grasa en el hígado y afectando su funcionamiento. La mejor alternativa para este tipo de alimentos son las frutas y postres elaborados sin azúcar.
Frituras
El principal riesgo al consumir estos alimentos es el elevado nivel de calorías que entran al organismo, las cuales no son bien procesadas y pueden acumularse en el hígado. Al igual que con el azúcar, su consumo frecuente puede afectar el funcionamiento de este órgano y generar cirrosis o hígado graso.
Sodio
Este elemento químico está presente en la sal que consumimos en casi todas las comidas. Es mayormente utilizado en alimentos procesados, ya que permite conservar estos productos durante largos períodos de tiempo.
Si llegamos a consumir más sodio del que necesitamos, es decir, 1.500 miligramos diarios, es posible que nuestro cuerpo comience a retener líquidos, lo cual dificulta al organismo poder eliminar toxinas adecuadamente.
Harina de trigo procesada
Suele estar presente en la mayoría de pastas y postres de todos los países. Debido a su accesibilidad, es utilizada como la base de muchos alimentos, por lo que muchas personas pueden consumirla en exceso sin darse cuenta.
Se sabe que este tipo de alimentos se convierten en azúcar al ser metabolizados por el cuerpo, por lo que generan consecuencias similares, al consumo directo de azúcar refinada. Si agregamos a esto conductas poco saludables como la inactividad física y el consumo de azúcar, esto se vuelve mucho más perjudicial para el hígado y la salud en general.
Carnes rojas, carnes frías y embutidos
Este tipo de comidas se trata de las fuentes menos saludables a partir de las cuales podemos obtener nuestra ingesta diaria de proteínas, pero también son alimentos accesibles y prácticos, por lo que muchas personas las prefieren.
La mayor consecuencia por consumir estos alimentos se debe a que suelen ser consumidos con frituras, sodio y harina de trigo procesada, por lo que debemos tomar en cuenta los efectos que todo esto trae en la salud.
El hígado procesa las proteínas de manera más lenta que otros alimentos, por lo que su consumo frecuente puede afectar su funcionamiento regular. La mejor forma de evitar esto es preparar comidas balanceadas sin exceso de proteínas.
Si bien todos estos alimentos pueden ser perjudiciales para nosotros, no se trata de limitar toda nuestra alimentación, sino de acudir a un nutricionista que nos indique que es lo mejor que podemos comer, ya que cada cuerpo es distinto.
De igual forma, las personas que gocen de una salud adecuada y tengan un estilo de vida más o menos saludable, no tienen que preocuparse por esto, más allá de prevenir afecciones hepáticas y cualquier otra enfermedad que se pueda evitar con hábitos más sanos.