La familia como estructura, también tiene un sistema de recursos que son activados cuando se presentan situaciones en la dinámica familiar que amenazan con desestabilizar al núcleo, con el fin de conseguir o recobrar el equilibrio y bienestar a sus miembros, y la pandemia del covid19 es uno de esos momentos.
Hay que recordar que la familia es un sistema constituido por un grupo de personas vinculadas por lazos biológicos y/o afectivos, con roles definidos en función de la dinámica social reinante en cada núcleo.
Como todo sistema, la familia tiene recursos que le permite funcionar y ajustarse a las dinámicas de la vida, y adaptarse a las situaciones que en ella se presentan.
Aquellos recursos psicológicos que pone en marcha un individuo para hacer frente a situaciones en la vida, se entienden como estrategias de afrontamiento, las cuales varían de persona a persona y están sujetas a la experiencia y vivencias pasadas.
Sin duda, esta pandemia obligo de manera intempestiva a modificar la cotidianidad familiar, y a implementar distintas estrategias para adaptarse a la angustia y zozobra que genera tal situación.
Y es que la pandemia es una de esas crisis que hace que las personas se pregunten constantemente ¿qué pasará mañana?, pues es difícil predecir que depara el futuro.
Además es una de esas crisis que provoca separaciones forzosas de familiares y amigos y que su impacto no sólo se resiente en el confinamiento y el cambio de rutinas, sino que hay un impacto psíquico real, que afecta no sólo a las personas individualmente, sino a la familia como núcleo significativo.
En momentos como el actual, cada familia decide cómo ir progresivamente adaptándose al contexto, apostando siempre a la supervivencia del núcleo.
Sin embargo, esta crisis no es vivida por unos pocos, de hecho, esta es compartida a nivel mundial, lo cual aumenta la sensación de desesperanza, angustia y estrés, pues las redes de apoyo se perciben reducidas, ya que todos padecen más o menos lo mismo, pese a que cada realidad sea tan diversa como el mundo mismo.
Es por eso, que existen distintas formas para manejar esta situación, pues cada caminante va a ritmos diferentes y es irreal esperar que todos anden acompasados.
No obstante, hablar de ello, de las causas, las razones aparentes, las ideas que rondan respecto a los acontecimientos, compartir pensamientos, miedos y angustias, es una valida estrategia que ayuda a afrontar momentos complejos como el que vivimos actualmente.
Y es que si bien, esta es una vivencia compartida, hablar de ello la hace real, tangible, pero también nos permite expulsar aquello que ronda en nuestra cabeza y que en ocasiones impide conciliar el sueño, experimentar preocupaciones, angustias, expectativas, esperanzas, miedos, etc…
Y es que más allá del virus, existen aspectos económicos asociados, se evidencian cuadros de ansiedad por familiares distantes, situaciones de riesgo habitacional, médico, social, entre otras.
Por eso, la catarsis emocional es un importante recurso, que permite expresar emociones, pensamientos y sensaciones, que generan una especie de alivio interno, producido por la dinámica compartida de escucha activa, otro importante recurso a poner en práctica en estos tiempos difíciles.
Además dentro de estas conversaciones está la opción de conseguir una reconexión íntima entre los miembros del núcleo familiar.
Conversar de ideas, experiencias y gustos, recordar anécdotas y momentos vividos, permite fortalecer los lazos y acércalos más como grupo, lo que genera sensaciones placenteras, que poco a poco van desplazando a la angustia, o al menos, se mantiene al lado de ella para aminorar las cargas.
En este compartir, puede conseguir gustos comunes que pueden poner en práctica durante su estancia en casa, como actividades recreativas, académicas o deportivas, que puedan además servir, como un agente de expresión física y que favorece la conexión de la mente y el cuerpo en dimensiones más allá de la angustia y el estrés -quienes también se hacen notar como malestares psíquicos y corporales con bastante frecuencia-.
En contraste, la decisión de no hacer nada, también es una alternativa válida en este duro proceso de adaptación, ante esta emergencia humanitaria global que actualmente se está experimentando.
El descanso o el deseo de no querer hacer nada es una forma de vivirlo y no hay porque sentirse mal, pues los niveles de actividad varían de individuo a individuo y de familia a familia.
Cada familia en función de sus vivencias, historias y características de sus miembros, va construyendo sus propias dinámicas de funcionamiento y con ellas, se van estableciendo estrategias que les permiten afrontar la realidad.
En función de su interés y esfuerzo por comprender los eventos que le afectan, deciden tomar diferentes acciones que le permitan recobrar la homeostasis y la sensación de bienestar.
Así que… lo mejor será poner en práctica las estrategias de afrontamiento que mejor se adapten a tu estilo de vida y dinámica familiar para sobrellevar el evento de Coronavirus de la mejor manera. ¿Te animas?