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¿Qué son las enfermedades hepáticas?

¿Qué son las enfermedades hepáticas?
Conoce las 6 enfermedades más comunes que afectan el hígado

El hígado es uno de los órganos más importantes que tiene el ser humano, pues es el que le permite al cuerpo procesar vitaminas, minerales y proteínas para ser aprovechadas por el resto de nuestro cuerpo, además de sintetizar toxinas que puedan atentar contra la salud.

No hay forma de concebir el cuerpo humano sin hígado, por lo que dedicamos este artículo a las 6 enfermedades hepáticas más importantes que pueden perjudicarlo.

La hepatitis

El hígado puede ser dañado por diversas enfermedades que impiden sus funciones, pero las más comunes son las que se encuentran bajo el nombre de hepatitis.

La hepatitis es ocasionada por varios factores que provocan daño al hígado de forma repetitiva, haciendo que este se inflame e infecte.

Esta enfermedad es una de las más peligrosas que existe actualmente y tiene varias formas de manifestarse según el tipo al que corresponda.

Los tipos de hepatitis se pueden dividir de acuerdo a los agentes que las causan: virus o enfermedades autoinmunes y en ambos casos se requieren cuidados y tratamientos distintos.

La hepatitis viral es causada por el virus de la hepatitis, un agente altamente contagioso que ocasiona los cinco tipos de hepatitis que conocemos: A, B, C, D y E. Sus formas de transmisión y tratamiento suelen variar dependiendo del tipo y la gravedad con la que afecte al paciente.

Aunque se trata de cinco manifestaciones de este virus, nos enfocaremos con mayor profundidad en las más importantes, que son las hepatitis A, B y C.

Hepatitis A

La hepatitis A es una de las enfermedades transmitidas por el virus que ocasiona daños en el hígado, haciendo que este se inflame. Puede presentarse de forma leve, lo que significa que el paciente puede recuperarse completamente y sin tratamiento, pero también puede llegar a causar severo daño en el hígado, hasta el punto en el que se debe recurrir al trasplante.

Al ser transmitida por un virus, la hepatitis es altamente contagiosa y sus principales causas son el contacto directo o intercambio de fluidos con personas infectadas y la ingesta de alimentos o bebidas que estén contaminados.

Para evitar contraer hepatitis A es importante llevar una higiene adecuada, lavarse las manos con frecuencia y evitar estar directamente expuestos a personas que padezcan de la enfermedad.

Hepatitis B

Se trata de una forma de hepatitis viral que se manifiesta cuando la persona en cuestión, ha sido infectada bien sea por medio del contacto directo con fluidos de personas enfermas o durante el parto de la madre al bebé. Este tipo de hepatitis se puede presentar de forma aguda o crónica.

La hepatitis B aguda es una infección relativamente leve que puede mejorar sin tratamiento alguno. Esta puede durar semanas y hasta meses en curarse.

Por otra parte, la hepatitis B crónica consiste en una infección cuyo desarrollo es más largo, puesto que es el resultado de una infección temprana que el cuerpo es incapaz de eliminar por sí solo.

Esta es particularmente peligrosa ya que, además de provocar el mal funcionamiento en el hígado, puede evolucionar en otras enfermedades hepáticas de alto riesgo como: la cirrosis o el cáncer de hígado.

El tratamiento recomendado para los casos de hepatitis B crónica suelen ser antivirales, aunque si el diagnóstico médico determina que la salud del paciente se encuentra en peligro, se puede llegar a requerir un trasplante de hígado.

Hepatitis C

El tercer tipo de hepatitis que se puede desarrollar a causa de la exposición al virus es la hepatitis C, que, al igual que la hepatitis B, se transmite de una persona a otra por medio del contacto con sangre u otros fluidos infectados.

Aunque no se trata de una infección letal, puesto que la mayoría de los casos se curan de manera exitosa, no existe vacuna para la hepatitis C, así que se recomienda mantener un cuidado especial cuando se trata o se convive con personas que la padecen.

La hepatitis C, así como la hepatitis B, puede presentarse como una enfermedad aguda o crónica.

En el caso de la hepatitis C aguda, se trata de una infección con un tiempo de vida corto, de hasta seis meses. En muchos casos no se requiere tratamiento para ella pues los anticuerpos de nuestro sistema eliminan la infección.

Por otra parte, la hepatitis C crónica tiene un periodo de desarrollo mucho más largo y debe ser atendida profesionalmente para evitar que cause daños mayores o evolucione en otras enfermedades potencialmente mortales para el paciente.

Hepatitis autoinmune

A diferencia de la hepatitis viral, la hepatitis autoinmune es una enfermedad crónica que se produce cuando el sistema inmunológico del paciente rechaza las células hepáticas y ataca al hígado, haciendo que se inflame.

La hepatitis autoinmune ocasiona que el paciente presente vómitos, cansancio, pérdida de apetito, dolor en las articulaciones e ictericia. Aunque puede darse el caso de que la persona no manifieste síntomas previo al diagnóstico o que los desarrolle tiempo después.

No hay una razón específica por la que surge esta enfermedad, pero el tratamiento oportuno permite que el paciente se recupere completamente. Los medicamentos recomendados suelen ser corticosteroides con o sin azatioprina, que impiden la actuación del sistema inmunológico.

De no ser tratada a tiempo, esta enfermedad puede desencadenar una cirrosis hepática, insuficiencia hepática o cáncer de hígado, incluso puede llegar a requerir trasplante, en casos extremos.

Cirrosis Hepática

Se trata de una enfermedad que resulta del daño consistente y repetitivo al hígado. Al recibir daño, el órgano busca recuperarse por medio de la cicatrización, pero puede ocurrir que esta sea desmesurada y termine por afectar de forma negativa al hígado.

La cirrosis consiste entonces en un estado en el que el hígado, tan recubierto de tejido cicatrizado, no puede funcionar correctamente.

Esta enfermedad es particularmente peligrosa, pues no siempre se detecta antes de que cause daños graves, ya que es de desarrollo progresivo. Sin embargo, se debe estar alerta y acudir al médico cuando se presentan síntomas como la fatiga o la picazón intensa en la piel.

La cirrosis es uno de los resultados del padecimiento de otras enfermedades hepáticas como la enfermedad del hígado graso, la hepatitis alcohólica y las formas crónicas que hepatitis C y B.

Por el momento no se conoce un tratamiento que ataque de forma específica a la enfermedad, pero sí se indican ciertos medicamentos que mitigan los efectos de las condiciones que surgen a partir de la cirrosis.

Atresia de vías biliares

La atresia de vías biliares consiste en una enfermedad en la que los conductos biliares hepáticos se bloquean, por lo que la bilis se acumula en el hígado y ocasiona lesiones. Este trastorno, aunque es poco común, afecta principalmente a los bebés, por lo que también pueden encontrarse con el nombre de atresia biliar neonatal.

La enfermedad ocasiona lesiones hepáticas en los recién nacidos que provocan, como principal síntoma, la ictericia, y puede desencadenar en otras afecciones como pérdida del tejido y la función hepática, y cicatrización, lo que pone en riesgo al paciente de desarrollar cirrosis.

La mayoría de las veces, los pacientes afectados se recuperan completamente. El tratamiento recomendado es un trasplante de hígado, aunque también se suele tratar con un procedimiento quirúrgico denominado Kasai, en el que se retiran los conductos bloqueados para permitir la salida de la bilis fuera del hígado.

Hemocromatosis

La hemocromatosis se produce a causa de un exceso de hierro en el cuerpo, lo cual no solo afecta a este, sino a otros órganos. En la mayoría de los casos, se desarrolla a raíz de mutaciones genéticas.

Esta enfermedad se presenta en el paciente en forma de dolores abdominales, particularmente en el área del hígado, falta de apetito sexual o disfunción eréctil, cansancio y coloración de la piel. Todos estos síntomas mejoran con tratamiento, para el cual se suele emplear una flebotomía, es decir, se extrae alrededor de un litro de sangre regularmente para disminuir los niveles de hierro en el cuerpo.

Enfermedad del hígado graso no alcohólico

La enfermedad del hígado graso no alcohólico o NAFLD, por sus siglas en inglés, es derivada de la acumulación excesiva de grasa en el órgano. Esta se puede presentar en distintos tipos, entre los más conocidos la esteatohepatitis no alcohólica o EHNA.

Las principales causas de esta enfermedad suelen encontrarse en otras condiciones preexistentes que dificultan el procesamiento de grasa en el cuerpo como la obesidad, el síndrome metabólico y la diabetes tipo 2. Sin embargo, no suelen presentarse síntomas evidentes en el paciente.

El tratamiento recomendado para ambas enfermedades consiste en eliminar o mitigar las condiciones que lo causan, ya que no existen medicamentos para tratarla. Por lo tanto, la principal medida tanto para evitar como para tratar esta enfermedad, es bajar de peso y mantener una dieta balanceada.

Estas son algunas de las enfermedades que pueden afectar al hígado, sin embargo, condiciones externas también pueden ser factores que dañen a este órgano. Por eso, lo recomendable es tener  un cuidado integral de la salud para proteger a todo el cuerpo.

Verónica Guillen
Redacción – Coordinación Comunicaciones Fundahígado

Editado por:
María Alejandra Diez
Coordinadora de Comunicaciones y Social Media Fundahígado

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