El día del trasplante estaba previsto que su hija fuese la donante de un segmento de su hígado, para así prolongar la vida de su padre. Luis, con pocos meses de sobrevida, estaba preparado para la cirugía y todo el protocolo de fundahígado marchaba según lo conocido; cuando se recibió la noticia de un fallecimiento en la clínica, que a su vez abrió la oportunidad a la donación de órganos en su caso.
La compatibilidad fue posible y se procedió al trasplante que hoy llena de vida y más sensibilidad, a Luis. «vivo gracias a ese ser generoso, que está más cerca de dios», nos cuenta. Por ser médico de profesión, Luis vivió el proceso de su trasplante también con el orgullo de quien es atendido por quienes alguna vez fueron sus alumnos. Asegura estar viviendo una nueva vida y los detalles de su conmovedora historia los revela aquí.
¿Cuándo y cómo comenzó su caso de cirrosis hepática?
La historia comenzó hace alrededor de 20 años, en 1996 cuando fui a donar sangre y me detectaron anticuerpos para la hepatitis c (anti-hcv positivo). Recordé las veces que haciendo un procedimiento en la cama de los pacientes de mi querido hospital Vargas de Caracas, me pinchaba con las agujas de sutura (no siempre había porta-agujas) y notaba sangre en mis guantes… la exposición ocupacional a que estamos sometidos todos los que integramos el personal de salud.
Empezaron los estudios, el genotipo 1, el más frecuente, la biopsia hepática que ya demostró hallazgos compatibles con «hepatitis crónica y algún grado de fibrosis». No respondí al primer tratamiento y viví con mi hepatitis crónica conociendo mi sobrevida posible de 20 años. Yo tenía 38 años para aquel entonces. Como la transmisión en por vía sanguínea, me permitió continuar con mis actividades académicas, gerenciales y asistenciales tanto en el hospital como en la clínica.
Sólo es hasta el año 2013 que se descubre un nuevo tratamiento para erradicar el virus de la hepatitis c, y al año siguiente ya estaba disponible en Venezuela. Comencé en octubre de 2014 mi segundo tratamiento con tres drogas y severos efectos secundarios: dermatitis pruriginosa, deposiciones diarreicas. Al mes ya había erradicado el virus de la hepatitis c, pero progresivamente evolucionó mi cirrosis hepática y las complicaciones previstas: dos carcinomas hepatocelulares, tumores malignos del hígado, además de una trombosis de la vena porta.
Ya tenía manifestaciones de enfermedad hepática severa. Para diciembre de 2014 me sentía morir, veía a mis seres queridos e imágenes de lugares o paisajes con cada vez más dudas de volver a verlos.
¿Cuáles de los síntomas recuerda con mayor molestia o persistencia?
Los relacionados con la insuficiencia hepática e hipertensión portal: la retención de líquido, el edema o hinchazón generalizada y los episodios de encefalopatía hepática con momentos de desorientación, me desesperaba el enlentecimiento del pensamiento, las lagunas, el no encontrar las palabras para mantener una conversación fluida, el trastorno del sueño, estar somnoliento de día e insomne de noche. El prurito generalizado y las 6 a 8 evacuaciones diarias también me afectaban.
¿En qué momento decide ponerse en contacto con fundahígado?
En diciembre de 2014, por el ascenso progresivo de los marcadores tumorales hepáticos y sus hallazgos ecosonográficos, mi gastroenterólogo-hepatólogo dr. Saturnino Fernández me refirió al dr. Pedro Rivas para considerar el trasplante hepático.
¿Cómo vivió Luis, el médico, el padecimiento de la enfermedad y luego su cura?
Cada vez me repetía la frase que les decía a mi nuevo grupo de estudiantes al comenzar la asignatura que les impartía: «médico es aquel capaz de dar su salud por cuidar la de sus semejantes». Pensé: ¿y si hubiese sido más precavido? Pero los accidentes son justamente eso: accidentes laborales. Tener consciencia de mi enfermedad durante 20 años fue tolerable, pero desde octubre a diciembre del 2014 ya sabía que estaba entrando en la fase terminal de mi enfermedad según su «historia natural». No llegaría a conocer a mis nietos.
Conocía perfectamente las complicaciones que padecía y su pronóstico. Al ir a fundahígado, con el dr. Pedro Rivas a quien conocía desde hacía más de 10 años desde la escuela de medicina «José María Vargas», cuando la dirigí desde el 2002 hasta el 2005, la confianza fue absoluta: creo en mi gente, en mis médicos venezolanos quienes están a nivel de la medicina del primer mundo…y si el dr. Pedro Rivas me plantea operarme aquí (con la situación actual de los insumos y equipos necesarios), aquí me opero!
Lo demás fue conseguirme con los especialistas ya conocidos quienes me cuidaban: intensivistas, anestesiólogos, infectólogos, hematólogos quienes me trataban de la forma más humana y eficiente posible. ¡Cada uno sabía lo que tenía que hacer y cómo hacerlo!
Nunca me había imaginado que necesitaría un trasplante hepático pero tenía la certeza de estar en las mejores manos. Creí en mis médicos, en nuestra medicina y cómo celebro su resultado.
¿Cómo vivió Luis, padre, la decisión de la donación de un segmento de su hígado por parte de su hija?
Mi hija es donante de sus órganos desde que tenía 18 años y comenzando a estudiar la carrera de medicina llenó su planilla de donación en una jornada organizada por la ONTV. Cuando fue informada de mi pronóstico, en diciembre yo tenía una sobrevida de 3 meses, no dudó en hacerse los estudios rápidamente para donarme un lóbulo hepático.
Considero que fue su mayor expresión de amor… los padres dan vida a sus hijos, en este caso mi hija me daba vida a mí. Y con fe y esperanza en que todo saldría bien.
¿Cuáles rutinas preventivas y vinculadas con el bienestar ha adquirido desde su trasplante?
Todas las medidas relacionadas con la dieta, todo cocinado, higiene con el lavado de manos y cambio de ropa con mayor frecuencia al día, evitar la exposición a posibles infecciones (el contacto con personas con «gripe» u otros síntomas). Procurar no realizar ejercicios o actividades con algún riesgo de traumatismos. Y por supuesto el horario estricto en el cumplimiento de mi complejo tratamiento, en este momento 24 tabletas diarias.
¿Qué opinión le merece haber sido atendido por un equipo médico que inició su formación precisamente en la escuela de medicina donde usted fue director?
Nos reafirma la alta competencia de los egresados de nuestras escuelas de medicina tradicionales, estando a nivel del primer mundo. La cirugía de trasplante por su complejidad se restringe a algunos centros médicos norteamericanos, europeos, algún suramericano en Brasil, Argentina, Colombia, Chile y con orgullo, también en Venezuela.
Fundahígado está a la vanguardia en el trasplante hepático. Por supuesto que ha valido la pena dedicar la vida a la docencia y asistencia médica en nuestro país, en sus centros públicos y privados. Es nuestro compromiso.
¿Qué mensaje le ofrece a los pacientes en espera por un trasplante de hígado?
Mantener siempre la fe y esperanza en la vida, que tengan una confianza absoluta en nuestros cirujanos de trasplante, anestesiólogos, intensivistas, infectólogos, hematólogos, radiólogos y personal paramédico, estructura y dotación para un resultado exitoso. Cumplir estrictamente las indicaciones del equipo médico. No hay nadie más solidario que el pueblo venezolano: a pesar de las dificultades, se consiguen las drogas e insumos necesarios y no rendirse ante la limitante del financiamiento: con esfuerzo, con la ayuda de nuestras instituciones, finalmente se consigue.
¿Cree en la donación de órganos?
Vivo gracias a ese ser generoso, que está más cerca de dios, que donó sus órganos para dar vida después de la propia. De alguna manera siento que también prolongo la suya.
¿Creía antes en la donación de órganos?
Sí, era donante regular de sangre y aunque no había llenado ninguna planilla de donación no hubiese dudado de donar un órgano para salvar una vida.
¿Quién es ahora Luis después de su trasplante de hígado?
Mi vida cambió y yo también. Ahora me percibo más sensible, aumentó mi espiritualidad, mi sentido de pertenecer a la humanidad, a lo eterno e infinito… procuro dar más felicidad a los que me rodean y fluyen las expresiones de amor a mis semejantes y progresivamente me siento nuevamente útil a mi familia, sociedad y país.
¿Qué cambió en usted la vivencia del trasplante?
El sentido de la vida, me llevó a una revisión profunda, a un nuevo despertar…