Lidia, quien se define como una persona normal, común y corriente, es modista de alta costura nacida en la isla de Madeira, Portugal.

¿Cuál fue la señal para ir al médico?

«Me di cuenta que estaba enferma porque se me inflamaba mucho la barriga, no podía hacer nada y nunca tomé bebidas alcohólicas, cuando viajaba tomaba alguito, una copita, algo suavecito, pero cuando llegaba a Caracas la barriga la tenía hinchada, era inmensa y yo pensaba que no podía salir de mi casa porque cada vez que iba de viaje me enfermaba. Decidí no salir de mi casa y le echaba la culpa a la salida, hasta que un día fui a un matrimonio, me tomé dos copitas de champagne, al día siguiente fui a otro matrimonio y tomé otra copita de champagne y ése fue el detonante, a partir de ahí me hice muchos exámenes. Ya tenía cirrosis».

¿Cómo te enteraste de FundaHígado?

Lidia empezó a visitar a diferentes médicos según le recomendaban. «Hasta que leí en el periódico sobre la existencia de Fundahígado, que iban a hacer trasplantes en Venezuela en la clínica Metropolitana, y la gente que conozco también me avisó de Fundahígado porque en ese momento yo estaba buscando presupuesto para ir a operarme a Estados Unidos, tenía que buscar una solución, hasta que me dijeron que había un médico que se llamaba Pedro Rivas que hacía trasplantes de hígado en la Metropolitana».

El contacto con Fundahígado estaba predestinado. Mientras Lidia buscaba la manera de encontrar al doctor Rivas, su hermana lo encontró: «Tiene problemas de columna, fue a su médico traumatólogo y le dijo ‘yo sé que lo mío es grave pero más grave es lo de mi hermana Lidia que necesita un trasplante de hígado’ y el traumatólogo de mi hermana le dio la tarjeta de Pedro Rivas, fue algo como caído del cielo porque yo lo buscaba y no lo encontraba».

Luego de contactar al doctor Pedro Rivas, las cosas fluyeron progresivamente pues poco a poco en Fundahígado fueron buscando y trayendo los aparatos a Venezuela hasta que llegó el momento del trasplante. «Una vez que localicé al doctor Rivas pasaron como 4 meses y ya yo tenía mi trasplante y fue un éxito sin duda alguna», cuenta Lidia.

¿Qué consejos le daría a una persona que va ser trasplantada?

El paciente debe cuidarse mucho y buscar la solución al problema, llamar a Fundahígado, hablar con los médicos y estar en la lista: eso es lo primero que tienen que hacer. Y no deben tener miedo, que se lo digo yo que tengo 14 años trasplantada.

La persona trasplantada es una persona de cuidado, eso está claro, no puede tomar bebidas alcohólicas y debe comer sano. Muy importante: hay que seguir las instrucciones del médico al pie de letra.

¿Cómo fue al apoyo de sus familiares?

Me apoyaron al 100%, nada más de acordarme me da sentimiento. El apoyo de mi familia y de los médicos fue muy importante. Mis médicos, no dejes de decirlo, estoy muy agradecida con ellos, son la base de la ciencia y Dios que está allá arriba también me ayudó. Yo tuve mucha suerte con mis médicos.

¿Qué consejos le daría a los familiares de una persona que va ser trasplantada?

La persona necesita de mucho apoyo si el paciente no tiene apoyo no aguanta porque un trasplante no es nada fácil. Hay que tener al paciente aislado con mucha limpieza, el médico manda a revisar la casa a ver si esta apta para recibir o trasplantado, es muy delicado y hay que tener la casa limpia, cambiar la sabana todos los días.

Leontina, la hermana de Lidia, afirma: «Cuando ella se trasplantó yo era su enfermera, cuidaba de ella porque escuché el caso una señora que fue trasplantada, vivía sola y se murió de depresión, por eso fui su apoyo». Confesó que llena de miedo mandaba a su hermana sola a las terapias en la clínica el Ávila, cerca de su casa, pero sabe que eso le sirvió a Lidia para recuperarse pronto y salir a la calle sin temores. Con su historia, Lidia demuestra que un paciente trasplantado puede, con el debido cuidado, seguir su vida normal y sana.

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