Elsa

Elsa

Ser donante y madre fue una de las decisiones más importantes y emotivas de mi vida. Al principio, sentí mucho miedo, a pesar de haber leído e investigado bastante sobre el procedimiento. La incertidumbre y los riesgos me hacían dudar, pero el deseo de ayudar a salvar una vida fue más fuerte que cualquier temor.

La experiencia de donar parte de mi hígado fue profundamente transformadora. Saber que con este acto estaba dando vida a otra persona, especialmente a alguien tan cercano, me llenó de una emoción indescriptible. Es un sentimiento que va más allá de las palabras: es amor, esperanza y entrega en su forma más pura.

Quiero invitar a todas las personas que tengan la posibilidad de ser donantes a que no tengan miedo. Entiendo que es una decisión difícil, pero también es una de las más generosas y valientes que se pueden tomar. Ser donante es regalar vida, y no hay mayor acto de humanidad que ese.

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